viernes, 18 de febrero de 2011

Karl O. Apel tiene razón


Esta nuestra época, no es curiosa, porque todas en su presente lo fueron, es sólo decepcionante. Lo es porque nunca en ninguna antes como en esta se necesitó magnificar lo evidente para hacerlo más creíble y "rentable". Hoy todo debe ser rentable, hasta la educación misma lo debe ser.
Hoy, aquello en lo que creemos llanamente lo escondemos porque nos avergüenza. Si no, por qué tienen tanto éxito entre los periodistas las conversaciones a micrófono abierto de los políticos cuando de verdad estos dicen lo que piensan (que, por cierto, suele coincidir con lo que el común de los mortales pensamos)y al ser descubiertos se sonrojan porque lo dicho no es "políticamente correcto"; o por qué tienen tanto "tirón" los foros en internet donde, al contrario, se puede decir a "micrófono abierto" lo que se piensa porque estan protegidos detrás del anonimato. Es decir, si se pone cara a quien habla, este no dice lo que piensa; y si esconde la cara, este dice aquello que jamás diría a cara descubierta por vergüenza. Esto no sólo es un síntoma nefasto de la hipocresía de nuestra época, sino además de la enfermiza falta de convicciones.
Me quedo con aquello que el filósofo alemán Karl Otto Apel dijo: hoy en día faltan convicciones y sobran convenciones. Y eso es el efecto de lo que Carl Gunar también apuntó: hoy la gente prefiere no pensar, prefiere que se le diga en qué ha de creer. Es menos ¿"rallante"?, como mis alumnos dirían.