jueves, 23 de marzo de 2017

Memoria y Ser



     Parece  evidente que somos lo que recordamos, que somos porque recordamos, que hacemos nuestro futuro en función de los proyectos pasados, que Nuestra identidad es lo que fuimos. Que lo que hoy nos pasa, solo será disfrutado o sufrido de veras en el fututo al recordar este presente. Que incluso nuestra voluntad depende de nuestra memoria que nos muestra  lo que deseábamos. Poco importa lo que deseábamos ayer por justicia, principios o simples convicciones si pasaron sin huella y no seguimos orgullosamente o por soberbia acomplejada haciéndolos valer como señas de nuestro querer, con lo que nos identificamos. Somos lo que nos apasiona y eso también desaparece.
     Los paisajes que vamos pintando están en un solo lienzo que vamos completando sobre lo que nuestra historia nos dice. Deseos, sufrimientos, pasiones, proyectos, anhelos... todo nos constituye, nos hace ascender o caer. Pero sin el recuerdo de haberlos vivido ni siquiera existieron. Todo lo que existe tiene su sentido en el pasado. Todo lo que existió tiene su sentido en el presente. Y sin él no es posible el futuro porque la voluntad ha muerto. Así, deja de tener sentido preguntar por el curso de los acontecimientos ni por nuestro papel dentro de la realidad que ocupa ya solo nuestro cuerpo, no nuestro yo. La historia se nos muestra sólo si podemos saber dónde estamos y qué queremos. La última llama que aparecerá viva y ni siquiera morirá con nosotros es el amor que revienta el rio de los tiempos: ascender y caer en la vida de cada uno, pero la de todos es un eterno girar y reencontrarse si somos capaces de recordarnos.
A mi padre, siempre.